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“Impulsar el uso de la bicicleta és impulsar un elemento transformador”

“Impulsar el uso de la bicicleta és impulsar un elemento transformador”

Ha sido deportista profesional y, al migrar, se ha empezado a relacionar con la bici de otra manera, “más recreativa y desde la promoción de la movilidad sostenible”, explica. Pero sea como fuere, no la ha soltado. La bici es prácticamente orgánica en Acxené Rangel Molina, una de las participantes al programa Bicibles. Ha cursado la formación y las prácticas profesionales y ya se ha abierto oportunidades como mecánica de bicis. Un medio de transporte que, para ella, lleva sobre ruedas un amplio potencial transformador, reivindica.

¿Cómo llegas a Bicibles? ¿Por qué te interesas para participar? 

Sigo muchos cuentas de Instagram vinculadas al mundo de la bicicleta y así me llegó la posibilidad de participar en el programa. Uno de mis deportes preferidos es ir en bicicleta.

¿Dedicarte a la reparación y mantenimiento de bicis, pero, te lo habías planteado antes? 

No como mecánica. En Venezuela entrenaba con el equipo paralímpico, era piloto de un tándem, mi compañera tenía baja visión y yo iba delante. Allá ya teníamos el equipo técnico. Mi trabajo no era arreglar un neumático pinchado o una cadena. Pero todo el que tenga que ver con la movilidad sostenible, que para mí está principalmente impulsado por la bici, me interesa, y está claro que vale la pena explorar opciones laborales que tengan que ver con ello-, como reparadora también. Para mí Bicibles no es sólo la parte de mecánica, es el impulso de todo el que impulsa la bicicleta. Incluso el valor terapéutico de la bicicleta.

¿A que te refieres? 

Entender la bicicleta como herramienta para mejorar calidades físicas de las criaturas o de personas mayores, por ejemplo. Quiero decir que más allá de aprender a arreglar neumáticos y cadenas, impulsar el uso de la bicicleta es impulsar un elemento transformador. Históricamente incluso ha tenido un papel en la emancipación de la mujer, y en algunos territorios todavía lo juega.

¿Estáis alineadas en esta mirada sobre el valor de la bici todas las participantes a Bicibles? ¿Sería un punto compartido? 

La diversidad del grupo ha sido un valor para mí. Hay compañeras que no habían ido en bicicleta, por ejemplo. Pero todas hemos aprendido. Ha habido mucho entusiasmo y al grupo nos ha enriquecido que cada una tuviera una historia muy diferente respecto a las bicis.

Has cursado, después de la formación, unas prácticas profesionales con la cooperativa Las Mercedes. ¿Cómo ha sido la experiencia? 

Me ha gustado muchísimo ver el que hacen estas mujeres de la cooperativa para sacar adelante el proyecto que se basa en lo que yo creo que se tiene que impulsar: el comercio local y la movilidad sostenible. Vale la pena crear vínculo y ver si hay actividades que podemos hacer conjuntamente. He estado haciendo la revisión mecánica de la flota de bicis para hacer los reparto y también me han dado la confianza de ir a hacer repartos como hacen ellas. Para mí cómo para ellas, el uso del casco es primordial y no saltarse los semáforos también. Son elementos de seguridad que ponen a primera línea del trabajo y que las diferencia respecto a otros servicios y apps de reparto en los que la seguridad y el cuidado de las personas que trabajan no es primordial.

Y una vez acabadas, ¿se ha abierto alguna opción laboral? ¿Cómo proyectas que puedes continuar este camino? 

El grupo de Bicibles no lo hemos cerrado, seguimos y estamos explorando opciones de emprendeduría cooperativa. Pero hace unas semanas me ha llegado una oferta laboral de En bici sin edad. Hacía dos años que era voluntaria de la entidad y ahora que puedo dedicarme a la reparación han pensado en mí para hacer funciones de mecánica en la asociación. Es un proyecto del que estoy enamorada. Es muy gratificante escuchar los relatos de personas mayores y acompañarlas, todavía más después del que han pasado con la pandemia.