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Módulo 3: Ciudadania
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Construyendo ciudadanía y participación

El concepto de poder

El pensamiento colectivo ha estado estructurado desde la antigüedad de una forma dicotómica, presentado en “esferas contrastante o polos opuestos”.(14) También en el caso de la concepción del poder se absorbió esta dicotomía. El poder fue asociado a una masculinidad tradicional de poder sobre el otro y no de poder con y para el otro, de privilegiar el poder de la razón y evadir la emoción, y esto ha afectado a la forma como hombres y mujeres conceptualizaron el poder a través de los tiempos. Por esto, muchas veces las mujeres cuando acceden a cargos decisorios, ya sea en una organización, empresa, o sistema del Estado, siguen utilizando y reproduciendo las formas de poder aprendidas socialmente, de la misma forma que los hombres también reproducen los modelos de poder aprendidos como adecuados.

Para Archenti(15), entender la participación política de las mujeres tiene de estar precedido de una comprensión previa sobre cómo fue siendo entendido el concepto de poder a través de los tiempos. Así, para esta autora, el concepto de poder fue siendo desplazado de una lógica dominante sexualizada y jerarquizada, como el concepto defendido por Maquiavel, hasta ser entendido desde una lógica basada en una concepción no asimétrica, no dicotómica, en que el poder está asociado a la potencialidad del accionar en conjunto.

La construcción de las mujeres como sujeto colectivo fue pasando por varias dinámicas. Archenti hace un breve recuento histórico sobre el proceso de reivindicación de la participación de las mujeres en la política, mostrando como desde finales del siglo XIX las mujeres se han organizado en movimientos feministas que tenían por principal reivindicación el derecho al voto femenino, o sea, por el acceso al poder tradicional, y después de alcanzado este importante logro, pasaron por una fase de desmotivación, hasta un renacimiento del feminismo de segunda ola de los 70 que “adoptó una posición de rechazo del poder, el cual fue identificado como masculino, históricamente monopolizado por los varones y asociado a la dominación y a la violencia”.

Esta posición de rechazo al poder fue después revalorada en los 80, época importante en la deconstrucción del pensamiento dicotómico dominante y en la década de los 90, se empieza a evidenciar que el Estado también está atravesado por el género, y que defender la neutralidad del Estado es reproducir relaciones de género desiguales e injustas que afectan particularmente a las mujeres.

Esto es importante para entender la participación política de las mujeres, o como dice Florence Thomas “el conocimiento histórico de nuestra particular “ausencia presente” es la herramienta fundamental para la comprensión del exilio forzado en que nos mantuvimos por siglos y para la recuperación de ese status de sujeto en el mundo”. (16)

14.Olsen, Frances. 2000 El sexo del derecho, en Ruiz, A. (comp.) Identidad femenina y discurso jurdico. Buenos Aires: Biblos

15.Archenti, Nelida. 1994.

16.Thomas, Florence, 1994. Gnero y Democracia en Sanchz R, Vargas A. Y otros (compiladores) Ed. Instituto para el desarrollo de la Democracia Luis Carlos Galn. Bogot. Pp.160