Presentación y Metodología | Fundación Surt | Descarga de documentos | Créditos | Contacto | Mapa web 

Módulo 1
Equidad de género

Módulo 2
Interculturalidad

Módulo 3
Ciudadanía

Otras dinámicas

Consultar
Castellano Català
Módulo 2: Interculturalidad
A A A

Hacia el encuentro con lo diverso

Integración y convivencia

A lo largo de la historia, las migraciones han sufrido alteraciones, dejando de ser más temporales para pasar a ser cada vez más estables, conduciendo a un mayor arraigo en el país receptor. Se estima que de cada diez inmigrantes llegados a España, con o sin papeles, siete acaban permaneciendo en el país(9).

Esto ha conllevado a una inevitable transformación de las sociedades de acogida en sociedades cada vez más diversas que requieren la construcción de un espacio común de convivencia intercultural, donde cada cultura sea reconocida en su diferencia.

Este proceso no siempre es fácil y existe muchas veces la tendencia de considerarlo como un problema y no como una situación de hecho que puede mejorar o empeorar si para tal existir voluntad política y personal. Así, es cierto que, en la inmigración, como en cualquier fenómeno social y más aún cuando éste es complejo, suelen aparecer problemas vinculados (racismo, tráfico de personas, regulación de flujos), pero esto no implica que la inmigración sea un problema per se, o que estos problemas tengan como única causa el fenómeno migratorio.

En este sentido, para encontrar soluciones a los problemas derivados de la inmigración, es necesario, primero de todo, aceptar la situación y entender la convivencia intercultural como una oportunidad de desarrollo económico, social, cultural y personal para todos y todas, dejando a un lado la idea de que las migraciones son negativas y generadoras de problemas. Algunas de las premisas a tener en cuenta son: 
  • Separar los problemas compartidos por todas las personas de los que son específicos de las personas inmigrantes. Por ejemplo, la insuficiencia de viviendas a precios accesibles no es algo específico de la inmigración, sino un asunto compartido y que a todos y todas nos incube. Aunque no hubiera inmigración existirían esos problemas.

  • Separar lo que son problemas que puede producir una persona inmigrante y problemas de la inmigración. Por ejemplo, si una persona inmigrante es delincuente eso no significa que todas las personas inmigradas lo sean o que tengan este tipo de conductas.

  • Entender la inmigración como una oportunidad, tanto para las personas inmigradas como para las sociedades receptoras. La inmigración permite que las sociedades de acogida tengan una mayor diversidad cultural y esto es, sin duda, un elemento de riqueza tanto para una sociedad como para las personas que en ella viven, pues permite el intercambio con otras culturas diferentes a la propia, ampliando el abanico de sabores, idiomas, conocimientos, costumbres, olores, formas de hacer, de ser y de pensar; esto permite relacionarse de una forma diferente con el otro u otra, aprender a convivir con lo diferente teniendo por base el respecto y la valorización de toda y cualquier cultura.
Parece existir una fuerte tendencia para ver la inmigración sólo desde la perspectiva de la mano de obra, como si la integración de las personas inmigradas estuviese únicamente relacionada con las necesidades de mercado. Estos discursos se limitan a analizar cuantas personas son necesarias para la reproducción de las actividades económicas y del mantenimiento de los sistemas de pensiones, cuál es la forma idónea de obtener el mayor rendimiento con los mínimos costes (modalidades de reclutamiento de la mano de obra) y cuáles son los más “rentables” (en una dinámica racista que atribuye una mayor o menor conflictividad social según la procedencia étnica de las personas inmigrantes).

Desde estos planteamientos, las personas se ven reducidas –cosificadas- a la mera condición de mercancía, y las políticas que se implementan refuerzan su condición de insumos reemplazables según las necesidades del mercado. Como ya Max Frisch ironizó, “queríamos mano- de-obra y llegaron personas”.

Es importante no perder la dimensión humana y social de la inmigración e visibilizar los otros beneficios, además de los económicos, que aportan las personas inmigradas y la diversidad cultural que se genera en las sociedades de acogida.

Surge entonces la pregunta sobre ¿cómo conseguir la integración entre las personas inmigradas y la sociedad receptora?

Varias han sido las perspectivas de integración que han surgido a lo largo del tiempo y éstas han tenido (y todavía tienen) proyecciones diferentes en la sociedad. Así, han surgido diferentes reflexiones y conceptos a lo largo de este proceso de integración por el que han pasado los países que reciben un elevado número de personas inmigrantes. Tres de los modelos más relevantes son el asimilacionismo, el multiculturalismo y la interculturalidad, de los cuales hablaremos a continuación.

9.II Anuario de la Comunicación del Inmigrante en Espaa, editado por la consultora Etnia Comunicación http://www.etniacomunicacion.com