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Módulo 1: Equidad de género
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Diferencias sexuales, desigualdades sociales

Las masculinidades

Los hombres construyeron su identidad sexual con base en una masculinidad hegemónica y heterosexual, que durante mucho tiempo fue tomada como referente social.

A demás del género, la construcción de la masculinidad tradicional está también relacionada con otras categorías, como la clase social, la etnia y la orientación sexual. La masculinidad hegemónica se entiende como blanca, con poder adquisitivo y heterosexual.

De acuerdo con Connel, la masculinidad hegemónica se puede definir, “como la configuración de la práctica genérica que encarna la respuesta corrientemente aceptada al problema de la legitimidad del patriarcado, la que garantiza (o se toma para garantizar) la posición dominante de los hombres y la subordinación de las mujeres”.(16)

Esta forma de construirse hombre, les decía a los varones que tenían que ser fuertes, que ser los mejores, que las relaciones basadas en la competencia dan poder. A ellos se les dijo que tenían el poder de la racionalidad, que siempre deberían saber qué hacer, que deberían ser los proveedores económicos de la familia y proteger a las mujeres, pobres seres inferiores e indefensos, poco dotados de inteligencia pero hábiles sin igual para los destinos de la casa y la crianza de los niños y niñas.

La masculinidad hegemónica defendía que la autoridad es masculina y se ejerce con fuerza física, y durante siglos los hombres juraban que la honra se lava con sangre y con ese sangre mancharon la historia, pues el hombre que es un verdadero “macho” sabe y quiere pelear. Y durante esos mismos siglos, los hombres perdieron la posibilidad de abrazar a sus hijos e hijas, de jugar con ellos, de sentirse tristes y de llorar sin remordimiento ni vergüenza, de tener relaciones parejas y no dominantes con las mujeres.

En la masculinidad hegemónica estaba la certeza implícita de que un hombre tiene un deseo sexual sin límites por todas y por cualquier mujer y nunca por otro hombre. Así, la fidelidad fue durante siglos aceptada cómo siendo una imposibilidad para los hombres pero imprescindible en una mujer. Los hombres aprendieron abrazos y caricias de conquista y no de compartir y sentir.

El amor no era posible entre dos seres con genitales iguales y durante muchos siglos, el hombre que deseaba sexual o amorosamente a otros hombres era visto como la negación del masculino, era asociado a la mujer, considerada como el lado débil de la especie humana. La homosexualidad, en la ideología patriarcal, “es la bodega de todo lo que es simbólicamente expelido de la masculinidad hegemónica, (…) asociándose fácilmente a la feminidad”.(17) La homosexualidad fue durante muchos y muchos siglos considerada como una enfermedad, como una desviación de comportamiento de hombres y mujeres, como una amenaza para la tan establecida división sexual del trabajo y de la vida. Y los hombres aprendieron que entre hombres no hay ternura.

La masculinidad hegemónica, ejercida durante siglos por los hombres fue también construida por las mujeres, pues tiene que ver con el ejercicio de las formas aprendidas socialmente de ser hombre y de ser mujer. Las formas de construirse hombre y mujer fueron siendo reproducidas a través de los tiempos, en cada sociedad, en cada familia, en cada persona, hombre y mujer.

Pero también a lo largo del tiempo, hubo resistencias a la hegemonía de los cuerpos espartillados en relaciones desiguales. En particular en los años 70, las importantes conquistas de las mujeres en la entrada al mercado de trabajo, en el control de su cuerpo y de la reproducción, a par con su cada vez mayor implicación en las luchas políticas de la época, hizo mover la identidad masculina hegemónica, lo que afectó necesariamente a los varones y conllevó a una crisis de la masculinidad. Esta crisis permitió a los hombres repensar su forma de ser hombre, empezar a liberarse de la camisa de fuerzas de esta masculinidad hegemónica y a desear y probar otras formas de ser hombre.

Así, aun siendo relativamente pocos y poco divulgados, es fundamental hablar sobre el estudio de las Masculinidades (Men’s Studies), es decir, las corrientes teóricas que estudian la masculinidad, y que se han dedicado a “la visibilización y critica de la existencia de una masculinidad hegemónica y dominante, excluyente y agresiva, modelo genérico para la dominación del varón sobre las mujeres y sobre otros varones”.(18) Surgieron en la década de los 80, Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y Suecia y van ganando cada vez más investigadores e investigadoras.

“Algunos de los autores más relevantes dan cuenta de la construcción social de la masculinidad y de la emergencia de una masculinidad hegemónica que no sólo oprime a las mujeres sino a otras masculinidades subordinadas (Connel, 1995; Kaufman 1997; Kimmel, 1997). Asimismo, no es posible entender estos estudios sin los antecedentes del feminismo tanto político como académico. Otro antecedente de importancia es el desarrollo de los llamados estudios gay que son representativos de los primeros hombres que empiezan a preguntarse sobre su identidad y a romper con la masculinidad hegemónica”.(19)

Al contrario de los feminismos, la creación de movimientos sociales en este campo de las masculinidades no es tan profusa, pero sus objetivos son claros: 

“¿Qué es lo que pretenden los movimientos reivindicatorios de las masculinidades actualmente? No se pretende luchar "contra" las mujeres o el feminismo, ya que no se les ve como movimientos antagónicos, sino como grupos coincidentes en cuando menos dos puntos básicos: el de ampliar los conceptos de democracia y de igualdad, y en el objetivo de tratar de "construir una explicación teórica que les permita transformar sus vidas" de una forma menos dolorosa y desde la práctica en lo cotidiano, para forjarse una nueva identidad, que como hombres les impida seguir siendo opresores.”(20)

Así, se viene observando un crecimiento en el número e impacto de organizaciones de hombres contra la violencia machista, que apoyan las luchas de las mujeres (pro feministas), o que organizan grupos de suporte para repensar la construcción de sus roles de género de una forma más equitativa y socialmente justa.

16. Connel, R.W.” La organización social de la masculinidad” en Teresa Valdés y José Olavaria (eds), Masculinidades, Poder y Crisis. Chile, Santiago, Isis Internacional, FLACSO, 1997, pp.39

17. Connel, R.W.” La organización social de la masculinidad” en Teresa Valdés y José Olavaria (eds), Masculinidades, Poder y Crisis. Chile, Santiago, Isis Internacional, FLACSO, 1997, pp.40,41

18.Garcia, Carlos y Gómez, Freddy. La Masculinidad como campo de estudio y de acción social. Universidad de Antioquia, 2000.

19.Benno de Keijzer. Hasta donde el cuerpo aguante: Género, Cuerpo y Salud Masculina. In http://www.estudiosmasculinidades.buap.mx/paginas/reporteBenodekeijzer.htm