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Módulo 1: Equidad de género
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Diferencias sexuales, desigualdades sociales

Los feminismos

Es muy común asociar el término feminismo a mujeres exaltadas quemando sujetadores, sin embargo, este es uno de los mitos creados sobre el feminismo a partir de una acción puntual en una de las muchas luchas de las mujeres contra la discriminación que las apartaba de sus derechos como ciudadanas. Sin embargo, la historia del feminismo y de la lucha por los derechos de las mujeres es bastante más compleja.

Se puede decir que el feminismo no existe, antes deberíamos hablar de los feminismos pues tanto al nivel de corrientes teóricas, como de los movimientos sociales, hay diferentes perspectivas y modos de actuación, que han cambiado mucho a lo largo de los tiempos. Por ejemplo, a nivel teórico existen varias corrientes de feminismo con orientaciones conceptuales muy diferentes entre sí, como el feminismo de la igualdad, que defiende que los hombres y las mujeres son iguales y deben de tener los mismo derechos, y el feminismo de la diferencia, que apuesta por reivindicar las diferencias entre los hombres y las mujeres, aunque defienda los mismo derechos para unos y otras. También al nivel de los movimientos sociales feministas, son muchas las diferencias en sus modos de actuación, pero se podría decir que hay un objetivo común, cambiar las relaciones de género existentes entre hombres y mujeres y empoderar y dar más autonomía a las mujeres.

Se puede decir que el “feminismo” o la reivindicación de los derechos de las mujeres, siempre ha existido. Desde la Edad Media que hay relatos de mujeres que, individual o organizadamente, reivindicaban sus derechos como por ejemplo Cristina Pizan, de quien hablaremos adelante, u Olimpya de Gouges, una de las protagonistas del feminismo Ilustrado que surge en la Revolución Francesa del siglo XVIII, de la cual hablaremos en el módulo 3. Sin embargo desde una perspectiva histórica, se suele situar dos grandes momentos del feminismo más contemporáneo, las dos olas del feminismo.

La primera ola, tuvo origen en el siglo XIX en Estados Unidos y también en Europa, y se centró en la igualdad entre los derechos de las mujeres y los derechos de los hombres. Tenía como principales reivindicaciones lograr el acceso a la educación para las mujeres, y muy en particular el acceso a la universidad, obtener derechos sobre la propiedad para la mujer casada, promover el acceso de las mujeres a diversas profesiones, como la medicina y, finalmente reivindicar el derecho al voto de las mujeres, del cual estaban impedidas por la discriminación existente a su condición de género.

La segunda ola del feminismo tuvo lugar en los años 70 del siglo XX, y se orientaba a denunciar el esquema patriarcal de la construcción de los roles de género con base en las diferencias biológicas. Uno de los principios de esta ola enunciaba que “la experiencia personal es también política”, colocando en el debate público lo que hasta entonces parecía ser sólo del orden personal e íntimo. Después de la lucha por los derechos sociales y civiles de las mujeres iniciada en la primera ola, se ponía ahora sobre la mesa el derecho de las mujeres a controlar su cuerpo (el derecho al placer, al control de la reproducción, al aborto, a no ser discriminada por su orientación sexual). Estas luchas han sido muy importantes para lo que hoy llamamos derechos sexuales y reproductivos. Otro de los temas más importantes reivindicados por esta segunda ola fue el derecho al trabajo de las mujeres y en igualdad de condiciones con los hombres.

También en Cataluña la historia de los feminismos acompaña la historia de las mujeres en otras partes de España y del mundo. Mujeres como Magda Oranich, Maria Aurelia Capmany, Maria del Mar Bonet, Nuria Pompeia, son algunos de los muchos y muchos nombres de mujeres catalanas que contribuyeron para el cambio de las desigualdades sociales entre hombre y mujeres.

También en otras partes del mundo, como el mundo árabe, las mujeres dieron importantes pasos para la mejora de sus condiciones sociales en igualdad de condiciones con los hombres. Por ejemplo, May Ziada,(15) una de las primeras mujeres escritoras árabes, que defendió con vehemencia el derecho a la educación de las mujeres y fue una de las primeras mujeres a tener un salón literario de tertulias en Egipto. En este país, debido a la I Guerra Mundial, las mujeres constituían el 5% de las trabajadoras de las fábricas y fueron ellas las primeras en manifestarse, en hacer huelgas para que les redujesen la jornada laboral y para que fuesen promulgadas leyes que regulasen los permisos por embarazo y por maternidad. En Argelia, Siria, Libia, Palestina, Irak, Kuwait, Marruecos, Túnez, entre otros países árabes, muchas han sido las mujeres que han luchado por los destinos de sus países y por la mejora de sus condiciones sociales y de género. También algunos hombres apoyaron la lucha por la igualdad de las mujeres. El skeij Muhammad Abdu, a pesar de las críticas que recibió por parte de varias entidades eclesiásticas reprochó en numerosas ocasiones la situación de las mujeres y atacó con dureza la poligamia y el divorcio indiscriminado. Abogó por la abolición del concubinato y de la esclavitud femenina y defendió la igualdad entre hombre y mujeres, señalando que estaba en perfecta concordancia con los valores islámicos. Actualmente son cada vez más las voces de mujeres musulmanas que reivindican sus derechos en la sociedad islámica, como Nawal As-Sadawi y Fátima Merniese.

A lo largo y ancho del mundo, las reivindicaciones de género encuentran puntos en común pero también encuentran divergencias. La interculturalidad es así un factor que está también cruzado con la percepción sobre las desigualdades de género y es necesario analizar esta cuestión del modo más imparcial posible, pues muchas veces tendemos a juzgar de acuerdo con nuestro marco cultural referencial. Uno ejemplo concreto es la cuestión del velo, hiyab, utilizado por las mujeres musulmanas. Desde el punto de vista occidental, el velo es visto como un símbolo de la opresión de la mujer, y de sumisión religiosa y cultural. Desde otra perspectiva, el velo es un símbolo de identidad, y cada mujer deberá tener libertad de expresión para decidir usarlo o no usarlo. Para muchas feministas árabes, utilizar el velo les ha permitido importantes conquistas en la reivindicación de sus derechos políticos, y consideran mucho más importante actuar en la base de las desigualdades de género, que están relacionadas con la organización política y económica de los países, que discutir o prohibir el uso de este símbolo cultural de la mujer islámica.

Aunque con todas sus diferencias y similitudes, los feminismos, como movimientos sociales o corrientes teóricas y con sus especificidades en las diferentes partes del mundo, fueron, y son muy importantes para la promoción del empoderamiento y autonomía de la mujer y para la transformación de las desigualdades de género. Sin ellos, no habría sido posible la conquista de derechos y la transformación de roles de género que se lograron hasta los días de hoy, aunque que todavía haya mucho camino a recurrir.

Han sido las mujeres quienes asumieron la transformación de sus desigualdades sufridas a lo largo de la historia, pero también hubo hombres que se han implicado en este proceso de transformación social y han contribuido tanto para la lucha contra la discriminación de las mujeres como para el cambio de la masculinidad tradicional hacia roles sociales de género más equitativos.

Actualmente, a pesar de lo mucho que todavía falta por hacer, cada vez parecen ser más los hombres que reflexionan, reivindican e inventan otras masculinidades más justas y equitativas, como veremos a continuación.