Presentación y Metodología | Fundación Surt | Descarga de documentos | Créditos | Contacto | Mapa web 

Módulo 1
Equidad de género

Módulo 2
Interculturalidad

Módulo 3
Ciudadanía

Otras dinámicas

Consultar
Castellano Català
Módulo 1: Equidad de género
A A A

Diferencias sexuales, desigualdades sociales

El trabajo productivo

Las desigualdades de género fueron siendo evidentes en el tipo de relación laboral y reproductiva que se estableció en nuestras sociedades capitalistas occidentales.

Las relaciones laborales fueron sufriendo varios cambios a lo largo del tiempo, la mayor parte de las veces sin beneficios para las personas trabajadoras, en particular para las mujeres.

“El capitalismo no construye las desigualdades de género, sino que estas son generadas por el patriarcado; el capitalismo las utiliza en beneficio propio, las reproduce y a menudo las agrava.”(6)

Desde mucho antes de la época industrial las mujeres trabajaban afuera de sus casas, como empleadas domésticas, artesanas, etc. Sin embargo, pese a que en la era industrial la mayor visibilidad de la entrada de las mujeres al trabajo productivo contribuyó a un cambio en la concepción social de la división sexual del trabajo (pues estas entraron a asumir un rol que oficialmente sería reconocido como productivo y el sistema económico empezó a incluirlas en sus registros), a lo largo del siglo XX y hasta los años setenta, para la sociedad capitalista industrial la forma de conciliar y garantizar el trabajo productivo y reproductivo fue la manutención de la aparente normalización de una estricta división sexual del trabajo, que ubicaba a las mujeres en el hogar y a los hombres en el espacio laboral.

Este modelo laboral(7), también llamado malebreadwinner, determinaba la normalidad de la relación laboral basada en la jornada de un trabajador de sexo masculino, heterosexual con biografía masculina “normal” (centrada en el trabajo remunerado) con una trayectoria laboral normal masculina, para el cual se determina una jornada laboral “normal” y condiciones de trabajo “normales” y se presupone que existe una esposa que se encarga de todos los aspectos relativos a la reproducción.

Sin embargo, asentar una estructura y un modelo económico “sobre la base de la “normalidad” de una familia caracterizada por la actividad profesional del hombre (de por vida y a tiempo completo) y la inactividad y/o parcial actividad laboral de la mujer, que es contemplada como fuerza de trabajo “secundaria” y que está a cargo de la mayor parte del trabajo reproductivo”(8), está hoy desajustado con las nuevas realidades sociales en que los ejemplos de familia y de relación laboral “normal” son cada vez menos frecuentes y en que la participación de la mujer en el mercado laboral es cada vez mayor a lo largo y ancho del mundo.

El mundo laboral está sometido a transformaciones profundas. La revolución científica-tecnológica, las nuevas dimensiones de la internacionalización de la producción, la globalización de los mercados, vienen organizando con flexibilidad la acumulación del capital, dando lugar a la emergencia de nuevas formas de empleo, relaciones laborales y sociales y a la adaptación de los diversos actores sociales, que necesariamente están atravesadas por relaciones de género. Actualmente, las políticas laborales están necesariamente circunscritas a las leyes del trabajo existentes en cada país pero están también reguladas por el sistema económico capitalista globalizado, vigente en muchas partes del mundo, lo que no ha contribuido para que se respeten la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el trabajo.

6. Parella Rubio, Sonia. “Mujer, inmigrante y trabajadora: la triple discriminación”. Anthropos, Madrid. 2003. Página 353

7. Un ejemplo de este modelo, es el modelo fordista que surgió a finales de los años 40 en los E.U.A., lanzado por Henry Ford, director de la Ford Motor Company, quien se distinguió por varios cambios en la tecnificación de las líneas de montaje de los automóviles pero también por haber duplicado el salario a sus trabajadores (hombres) con el intento de garantizar su permanencia y especialización en la fábrica. Se aplicaba el salario familiar considerando al hombre como proveedor y la mujer como cuidadora. Este modelo se vio destronado cuando los nuevos cambios laborales de la era moderna que introdujeron la flexibilidad laboral. Ford no aplicaba el “5 dolars a day” ni a los trabajadores con menos de 6 meses de vinculación a la empresa ni a las mujeres.

8.Ensignia, J. y S. Yáñez, editores. Sindicalismo, género y flexibilización en el Mercosur y Chile. Inserción laboral femenina. Fundación Friedrich Ebert.1999.