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Módulo 1: Equidad de género
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Diferencias sexuales, desigualdades sociales

División sexual del trabajo y la vida

La biología de los cuerpos ha sido durante mucho tiempo la explicación oficial para la definición de los roles sociales de hombres y mujeres. En nuestras sociedades, las mujeres, al tener la capacidad de la gestación biológica de la vida, fueron “oficialmente” encargadas de todos los aspectos de la reproducción: la crianza de los hijos e hijas, la manutención del espacio doméstico, el cuidado de las personas mayores. Los hombres, al contrario, fueron encargados del “mundo exterior”, del trabajo productivo, del estudio, de la política y las leyes.

Se generó una división sexual del trabajo y de la vida; la genitalidad determinaba la función social y el trabajo que haría cada persona. A muchas personas fue dicho -y lo creyeron- que el trabajo se divide: “los hombres en la plaza y las mujeres en la casa”.(3)

De acuerdo con Joan Scott(4) la historia de la separación entre hogar y trabajo subraya con tanto énfasis las diferencias funcionales y biológicas entre mujeres y hombres que termina por legitimar e institucionalizar estas diferencias como base de la organización social, o sea se ha normalizado esta división de la vida.

“La división sexual del trabajo es universal, pero es específica la forma que adopta cada sociedad, existiendo una gran variabilidad cultural (…) lo que demuestra que la vinculación entre trabajo y sistemas de género depende de factores culturales y no de diferencias biológicas entre hombres y mujeres”.(5)

Sostener la vida humana segmentándola, distribuyendo el tiempo y las funciones del trabajo de acuerdo con el sexo de las personas, ha traído enormes daños para las mujeres y para los hombres. Ambos fueron construyendo sus identidades de género, laborales y personales atrapados en una lógica de división sexual del trabajo y de la vida.

Las mujeres fueron relegadas a una posición subordinada en la sociedad, asumiendo el trabajo reproductivo, desvalorizado por la sociedad, no siendo reconocidas en el ámbito laboral; los hombres fueron apartados del trabajo doméstico y de la crianza de las y los hijos, de la construcción afectiva que se hace en este espacio y fueron investidos de la responsabilidad de ser los proveedores de la familia. El trabajo que cada uno y cada una realizaban, permite tiempos para el ocio y para la participación ciudadana diferentes para unos y para otras.

3.Refrán popular

4.Scott, Joan. “La mujer trabajadora en el siglo XIX”. En Dubby, G y Perrot, M (dirección). Historia de Las Mujeres en Occidente. Taurus Madrid. 1993. Página 429

5.Comas d’Argemir, Dolors. “Trabajo, Género y Cultura. La construcción de desigualdades entre hombres y mujeres” Icaña, Institut Català d’Antropologia. Barcelona. 1995. Páginas 32, 33.